LUÍS VALLE
Miro adentro. Temo al corazón en el momento exacto del puño y la chispa. Frágil, la música muda tu piel a ambos lados del espejo, y hay chamusgas tan negros que en mí pierden los nervios las estrella. ¡Padre! ¡oh, padre! ¡quiero que el cielo llegue a puerto! Y abrazarme al recuerso de tus ojos. Y procurar en esa costa tu cuerpo. Y estrecharlo hasta la calma... Hasta la mudez de la luz. Hasta la matriz de la piedra. Hasta el suicidio de las olas.